ArtículosAudio

Carta a mi Amado Cuerpo

“Querido cuerpo…

Gracias. Gracias por contenerme desde el momento en que decidí venir a esta gran aventura, porque sin ti nada de esto hubiera sido posible.

No recuerdo si te elegí, eso dicen; pero lo cierto es que no tiene importancia, porque, desde el minuto uno, fuiste el continente perfecto, sin rendirte al acto traumático de abandonar el que entonces era tu medio natural. Has luchado desde el primer momento por la vida, para permitirme ser, estar; para gritarle a la vida… ¡estamos listas!

Gracias por hacer tu parte de forma silenciosa, por encargarte de mantenerlo todo en balance, aún cuando yo no te presté importancia.

Gracias por hacerme respirar aún en los momentos en que no tenía ganas, por realizar ese proceso alquímico de convertir lo que respiro, lo que como, lo que bebo en combustible para vivir y poder así continuar con mi misión de vida en este hermosos planeta.

Gracias por tus avisos, por tu dolor en forma de síntomas físicos cuando me excedía o me movía de manera contraria a la ley del amor, por tu palpitar deprisa cuando me encontraba de frente con el amor, por tu sed cuando olvidaba hidratarme…

No siempre tuvimos una relación fácil… la ingratitud de la juventud supongo… en esa etapa mi ser me llevaba a experimentar de prisa y sin mucha consciencia todo mi entorno. Siempre  apoyaste y respaldaste mi ser en todo aquello que requería sin que siquiera volteara a darte las gracias. Durante esa época mis ojos, que funcionaban tan bien; te miraban sin verte…

Perdona a mi joven ego por pensar que nunca eras demasiado perfecto, que podría ser más bella, más delgada, más lisa… Más tarde comprendí, que me dejaba llevar por las expectativas de la perfección que nos venden…

Perdona por sentir que no eras merecedor de las caricias, perdona por culparte de todas y cada una de mis carencias; ni yo misma me amaba…

Perdón por esconderte y maltratarte, por los excesos, por los maquillajes, las trasnochadas, la mala alimentación y el poco descanso…

Y mientras tanto, tú seguías sin fallarme, funcionando a pleno rendimiento, estirándote para dar cabida a la mujer que se estaba formando. Preparándote por si acaso, haciendo uso de mi libre albedrío, decidía prestarte para albergar otro cuerpo que un día contuviera otro ser. Principalmente gracias por permitirme albergar mis hijos y así manifestar la maravilla de la vida.

Y a veces también te odiaba , cada 28 días supongo… pero tú seguías sin rendirte, seguías siendo igual de eficaz, seguías conteniéndome y permitiéndome vivir… gracias de nuevo!

Y con el tiempo descubrí que el problema no eras tú sino yo, que era yo la que no estaba cumpliendo con mi misión, que tú eras perfecto y que eran otros los  motivos de mis insatisfacciones. Que castigarte, juzgarte, encerrarte e ignorarte no era sino la proyección de lo que estaba haciendo con mi alma, con mi esencia, con mi ser…

Que la ceguera de mi ego  me conducía a la ingratitud de estar viva, de tener la capacidad de amar y ser amada, de tocar y ser tocada, de maravillarme con las diferencias y de ser la diferencia… y tú siempre me respaldaste.

Que no estaba mirando en la dirección adecuada con esos ojos que tan bien veían. Esos ojos físicos que hoy… pasado el tiempo, funcionan menos bien; sin embargo he aprendido a mirar, me he reconciliado con lo que soy, y puedo verte mejor querido cuerpo, mi magnífico socio…

Ya no estás tan terso, y ya muestras algunas canas, algunas arrugas… Aparecen en ti las huellas de la vida, las marcas de cuando ambos contuvimos otra vida, las marcas de cuando decidía someterte a rigurosas dietas o procesos no naturales buscando la perfección en lo que ya era perfecto…  aún así tú conseguías procesar y adaptarte a mis necesidades…

Las canas, las arrugas… ya no me parecen feas, ya no me parecen desmerecedoras de amor, todo lo contrario. Ahora te amo y me amo, amo la alianza que constituimos. Y sé que no es tarde, se que nuestra reconciliación es para siempre, empiezo a poner consciencia en tí. Consciencia en la parte interna, en cada órgano que trabaja para que cada día pueda disfrutar de la vida, pueda crear mi vida…

En la piel, no importa cuan bronceada esté, ni cuan lisa, ni cuan luminosa… porque sigue permitiéndome sentir las caricias, el sol, el viento, el calor y el frío… porque sigue siendo vehículo del amor…

En mis sentidos, que me permiten deleitarme con aromas, saborear todo aquello que tú convertirás en combustible, dejarme llevar por la música o por el sonido del mar, ver la belleza que se esconde detrás de todo lo que me rodea, incluso detrás de mis propios ojos cuando miran la imagen en el espejo…

En mis manos que me permiten escribirte, ganarme el sustento, acariciar a los que amo, acariciarme a mi…

En mis piernas que me llevan, que me sustentan que me anclan a la tierra y me permiten fluir en la vida…

Hoy, en esta consciencia; no cabe otra cosa que la gratitud, la disculpa por los años de maltrato y el compromiso de cuidarte como tú lo llevas haciendo tantos años, más allá de la forma…

Se abre una nueva etapa, porque juntos en Amor, la vida se nos ofrece… y la vamos a disfrutar en libertad…”

Comentarios

comments

Artículos Relacionados

Back to top button